miércoles, 25 de marzo de 2015

Un Gran Hombre y Un Gran Discurso


Si podemos imaginarlo podemos lograrlo


jueves, 19 de marzo de 2015

Los secretos de grandes personajes para aumentar su productividad

 Los secretos de grandes personajes para aumentar su productividad

1. Ludwig van Beethoven e Ingmar Bergman (compositor y cineasta): Despertarse antes de las 8.00 am, levantarse y trabajar hasta el mediodía, luego, tomar tiempo para un almuerzo largo, una caminata o una breve siesta. 

2. Benjamín Franklin (político e inventor): Su secreto fue escribir un resumen de su día por la noche. ¿Qué hice bien hoy? Pero también otros personaje como un oficial de inteligencia norteamericano Steve Rotkoff, hacia al revés, detallaba sus frustraciones. El objetivo de ambos fue priorizar objetivos y establecer una hoja de ruta clara para el siguiente día. 

3. Paul McCartney y The Beatles (músicos): Trabajaron sus limitaciones y lograron la “regla de 10.000 horas” para alcanzar el éxito. La prueba, según se detalla en el libro de Malcolm Gladwell, “Outliers” , trabajaron más de 300 veces al año y durante 4, en la misma sala de concierto de Alemania sin parar. Incluso, crearon para Paul McCartney una guitarra especial para poder convertirse en el mejor. 

4.
Albert Einstein (físico- matemático): de niño reprobó un sinnúmero de asignaturas por su dislexia. De grande usó los juegos de la imaginación, las meditaciones, pasear y retar el intelecto, ese que dice que todo se sabe, para dar con sus descubrimientos.

5. Franz Kafka, Charles Dickens, Charles Darwin y Richard Strauss (escritores, investigador y compositor): Tienen en común el dejar la mañana para trabajar intensamente y por la tarde se dedicaron a hacer algo de ejercicio.

6. Maya Angelou (escritora, activista DD.HH y cineasta norteamericana): Separó sus entornos de trabajo y el hogar. Que el dedicado al trabajo no tenga mayores restricciones. Ganó un Premio Pulitzer, un premio Tony, tres Grammy y muchos otras distinciones. 

 

"Sólo se fracasa cuando se deja de intentar."






La historia dice que este hombre fracasó en los negocios y cayó en bancarrota en 1831. Fue derrotado para la Legislatura de 1832. Su prometida murió en 1835. Sufrió un colapso nervioso en 1836. Fue vencido en las elecciones de 1836 y en las parlamentarias de 1843, 1846, 1848 y 1855. No tuvo éxito en su aspiración a la Vicepresidencia en 1856, y en 1858 fue derrotado en las elecciones para el Senado.
Este hombre obstinado fue Abraham Lincoln, elegido presidente de Estados Unidos en 1860.

La lección es muy sencilla: sólo se fracasa cuando se deja de intentar.

Tres Fabulas Para Pensar

PRIMERA FÁBULA
luciernaga
Cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido y con miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada. En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga paró y dijo a la serpiente:
– Puedo hacerte tres preguntas?
– No acostumbro dar este precedente a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
– ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
– No.
– ¿Yo te hice algún mal?
– No.
– Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
– Porque no soporto verte brillar.

SEGUNDA FÁBULA
burro
Un buen día, un campesino andaba con su burro por el campo y este último cayó a un pozo. El pobre animal lloró fuertemente durante varias horas mientras al campesino pensaba cómo lograr sacarlo de ese lugar.
Después de pensar, decidió que como el burro ya estaba muy viejo y el pozo estaba seco, de todas maneras necesitaba ser tapado. No valía la pena sacar al burro del pozo. Pidió ayuda de sus vecinos para que lo ayudaran en esta decisión. Cada uno de ellos se acercó con una pala y empezaron a tirar tierra al pozo.
El burro al darse cuenta de lo que pasaba, lloró. Pero después de que un poco de tierra entró al pozo, el animal se quedó quieto. La gente no sabía lo que pasaba. El campesino intrigado miró al fondo del pozo y se sorprendió con lo que vio. Con cada porción de tierra echada en el pozo, el burro se sacudía y la pisaba formando un piso cada vez más alto.
Pronto todos vieron como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde, salió trotando y haciendo ruidos que probablemente hayan sido de felicidad por su libertad.

 TERCERA FÁBULA
roble caña
Cuenta la historia que en el borde de un extenso lago crecieron muy cerca un roble y una caña. Con el tiempo el roble creció fuerte y robusto. Este siempre miraba a la caña y le decía:
“Mira qué pequeña y débil eres. Hasta un simple pajarillo es para ti un grave peso; la brisa más ligera, que riza la superficie del agua, te hace bajar la cabeza. En cambio, mírame, mi frente detiene los rayos del sol, desafía también a la tempestad”.
A la caña le daba mucha pena ver como el roble se había convertido en un ser presumido y soberbio. Un día llegó una tormenta muy fuerte. Enseguida la caña se dobló, mientras el roble luchaba con todas sus fuerzas para mantenerse en pie
Durante un tiempo lo consiguió, pero el tiempo empeoró y la tormenta se convirtió en un tornado. La fuerza del viento fue tal que arrancó el roble. Cuando el temporal amainó, unos leñadores aparecieron y lo cortaron en unas horas.
La caña, triste por su vecino, pensó:
“Me doblo, pero no me rompo. ¡Qué pena que tanta soberbia y vanidad le hayan llevado hacia tal extremo!”.

martes, 17 de marzo de 2015

SIEMPRE TENDREMOS QUE APRENDER

LA PARABOLA DEL CABALLO

 

Un campesino que enfrentaba muchas dificultades poseía algunos caballos que lo ayudaban en los trabajos de su pequeña hacienda. Un día, su capataz le trajo la noticia de que uno de los mejores caballos había caído en un viejo pozo abandonado. Era muy profundo, y resultaría extremadamente difícil sacarlo de allí.
El campesino fue rápidamente al lugar del accidente y evaluó la situación, dándose cuenta de que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el costo del rescate, concluyó que no valía la pena, y pidió al capataz que sacrificara al caballo tirando tierra al pozo hasta enterrarlo. Y así se hizo.
A medida que la tierra le caía encima, el animal la sacudía. Esta se acumuló poco a poco en el fondo del pozo, permitiéndole subir. Los hombres se dieron cuenta de que el caballo no se dejaba enterrar sino que, al contrario, estaba subiendo, hasta que finalmente consiguió salir del socavón.
Si está "allá abajo", sintiéndose poco valorado, y si los otros le lanzan la tierra de la incomprensión, del egoísmo o de la falta de apoyo, recuerde al caballo de esta historia. No acepte la tierra que tiraron sobre usted, sacúdala y suba sobre ella. Cuanta más tierra le lancen, más podrá subir.

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lunes, 16 de marzo de 2015

QUIEN MOVIO MI QUESO


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